Cultura
jueves, 14 de julio de 2022

Se inauguró la muestra Marcos López: Clásico y Moderno en el Centro Cultural Borges

Se podrá recorrer de miércoles a domingo de 14:00 a 20:00 hs.

Obra de Marcos López FOTO: WEB
Obra de Marcos López FOTO: WEB

Se inauguró la muestra Marcos López: Clásico y Moderno en el Centro Cultural Borges - Viamonte 525 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires - y se podrá recorrer de miércoles a domingo de 14:00 a 20:00 hs. “Esta exposición se podría llamar El pasado, y el título funcionaría perfecto. Toda fotografía tiene que ver con el pasado. Hasta las selfis hechas con los teléfonos” afirmó el artista Marcos López sobre la mencionada muestra.

buenosairesinforma.com reproduce texto difundido sobre la muestra Marcos López: Clásico y Moderno:

“LA MUESTRA MARCOS LÓPEZ: CLÁSICO Y MODERNO REÚNE UNA SERIE DE NOVENTA IMÁGENES, ALGUNAS DEL PROPIO AUTOR Y OTRAS HALLADAS EN ANTICUARIOS Y LUEGO PINTADAS E INTERVENIDAS A MANO. LÓPEZ COMPRA LAS FOTOS EN ANTICUARIOS O MERCADOS DE PULGAS DE BUENOS AIRES Y OTRAS CIUDADES DE AMÉRICA LATINA Y LAS TRABAJA CON TODO TIPO DE MATERIALES; LAS RESIGNIFICA Y CONVIERTE EN PIEZAS ÚNICAS.

ESTE CREADOR MULTIDISCIPLINARIO UTILIZA INFINITAS VARIABLES A LA HORA DE INTERVENIR LAS IMÁGENES Y PROVOCA UNA ESPECIE DE “SURREALISMO PRECARIO”, SEGÚN SUS PROPIAS PALABRAS, CONSERVANDO AL MISMO TIEMPO LA MAGIA ORIGINAL DE LAS FOTOGRAFÍAS.

Visitas: de miércoles a domingo de 14 a 20 h

Cierre de la muestra: 2 de octubre

Dónde: Centro Cultural Borges

Sala: fotogalería del 1.er piso

Dirección: Viamonte 525, Buenos Aires

Entrada: gratuita

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@CentroBorges

/centroborges

Dice Marcos López

Esta exposición se podría llamar El pasado, y el título funcionaría perfecto. Toda fotografía tiene que ver con el pasado. Hasta las selfis hechas con los teléfonos. Atrapar el recuerdo. Si me pongo a pensar por qué desde hace tres o cuatro años me puse obsesivamente a revisar cajas de fotos viejas en los anticuarios de San Telmo, diría que tiene que ver con que desde hace un tiempo —yo diría desde que cumplí sesenta— siento que todo lo que tenía que fotografiar ya lo fotografié. Los temas, las luces, las situaciones que tienen que ver con una reflexión visual sobre la “Identidad Cultural” (con mayúsculas) ya las hice. Además, siempre me gustó pintar. Y con la pandemia, la ecuación de pintar, de las fotos antiguas y de quedarme dentro de mi casa fue una excusa perfecta para terminar una serie de más de cien fotos pintadas a mano. Tengo cajas llenas. Todo este último tiempo fue un trabajo de laborterapia ocupacional. Los temas se repiten y son todos temas centrales a mi estructura emocional, cultural, de identidad y de formación y de traumas irresueltos: el pecado, la culpa, la formación católica, patriarcal, autoritaria y los casamientos para toda la vida.

La fotografía antigua —copias de plata gelatina— tiene una fuerza energética, un aura, un misterio muy potente: en principio tiene un autor y aparece gente de verdad. Entonces, el hecho de pintarles encima de una novia un fuego o un cocodrilo, o un lobo que amenaza con comerse a una niña (cuyo vestido de comunión transformo en el de Caperucita Roja), me hace pensar qué derecho tengo yo para pintarle unos cuernitos de diablo, al mismo tiempo que me da un placer enorme —ya que implica soltarme en un trazo infantil sin bocetos— y también me da culpa.

Siempre traté de ser “transgresor” con mi obra y siempre lo viví con miedo y culpa. Esos sentimientos están en esta muestra. Hay también una especie de surrealismo precario.

Otra cosa que me resulta interesante es que todas las obras son originales, son objetos. Tienen olor a químico. Son pinturas, pero al mismo tiempo son estructuralmente fotográficas. A la mirada de ilusión de una novia en un retrato de estudio, por más cielos rosados flúor, muebles con tapizados de leopardo, maridos con cuernos de diablo —que yo les pinto en el fondo—, la mirada, el gesto siguen teniendo la magia original de la fotografía.

EL “hallazgo” característico de la fotografía (Benjamin o Cartier-Bresson o no me acuerdo quién la definió como “la estética del hallazgo”) se da, en este caso, en el hallazgo de la foto en el cajón de fotos viejas de los anticuarios de mi barrio.

La muestra se llama Marcos López: Clásico y Moderno. Me gusta como suena. Incluye sesenta imágenes antiguas de plata gelatina pintadas e intervenidas a mano con todo tipo de materiales: aerosol flúor, aplicaciones de pelo de verdad, pintura dorada para corona de reyes... del coronavirus.

Ya me intimaron a cerrar la lista de las obras y sigo yendo todos los días a los anticuarios a ver si encuentro alguna foto nueva que me diga algo nuevo, o me despierto en la madrugada y compro compulsivamente en Mercado Libre.                                                                                                             

Sobre Marcos López

Marcos López nace en 1958 en Santa Fe, Argentina. Comienza a tomar fotografías en blanco y negro en 1978. En 1982 se traslada a Buenos Aires tras obtener una beca de perfeccionamiento del Fondo Nacional de las Artes. En 1989 integra la primera promoción de becarios extranjeros de la Escuela Internacional de Cine y TV de Cuba y realiza documentales para cine en 16 mm y video. Comienza a investigar con el color y desarrolla la serie Pop latino durante los 90 y, en los últimos años, la serie Sub-realismo criollo.

En 2013 culmina Ramón Ayala, su ópera prima en el campo cinematográfico, un documental-ficción sobre el compositor, músico y pintor argentino homónimo, que gana el premio del público del BAFICI 13 (2013) y se estrena posteriormente en numerosos cines de Argentina.

Sus fotografías forman parte de las colecciones del Museo Nacional de Arte Reina Sofía de España, de la Daros Latinamerica Collection de Suiza y de la Tate Modern Gallery de Londres, entre otras colecciones públicas y privadas.

Sus libros publicados son Retratos (1993, reeditado en 2006), Pop latino (2000), Sub-realismo criollo (2003), El jugador (2007), Pop latino plus (2007) y Marcos López (2010)”.