Opinión
lunes, 13 de octubre de 2025

La disputa por la atención: televisión, streaming y el nuevo mapa del consumo cultural

Por Leo García - Politólogo (UBA), especializado en Comunicación y Opinión Pública. Cofundador y Project Manager de En Directo Stream - 

Leo García FOTO: WEB
Leo García FOTO: WEB

Vivimos en una época marcada por la competencia por la atención. Likes, comentarios, visualizaciones y algoritmos configuran un ecosistema en el que las audiencias adaptan sus hábitos a cambio de pequeñas dosis de gratificación inmediata. La pregunta es inevitable: ¿cómo está cambiando el modo en que consumimos información, entretenimiento y cultura?

En 2023, junto a dos colegas, impulsamos un proyecto llamado En Directo Stream, con el objetivo de sistematizar datos y comportamientos digitales a través de un tablero cuantitativo. La idea surgió ante la necesidad de comprender cómo las audiencias se vinculan con la circulación de información en un escenario dominado por plataformas y algoritmos que condicionan nuestras elecciones.

Televisión vs. streaming: dos mundos en disputa

Mucho se ha escrito sobre “la muerte de la televisión”. Pero más que un final, lo que vemos es un reacomodamiento.

Televisión tradicional: sigue siendo central para los mayores. El 42 % la elige como fuente de información y el 36 % como entretenimiento. Los picos de rating se concentran en eventos masivos como partidos de fútbol o realities (Gran Hermano, MasterChef, La Voz).

Streaming: domina entre los jóvenes. El 93 % de los usuarios de internet consume contenidos vía streaming, y el 80 % de los menores de 35 años está suscripto a alguna plataforma. El fenómeno se profundiza entre los 18 y 24 años, que concentran el 65 % de la audiencia streamer en Argentina.

Mientras la televisión encuentra su fuerza en grandes eventos en vivo, el streaming ofrece una experiencia fragmentada y personalizada. Lo masivo puede nacer de un clip viral en YouTube o un directo en Twitch, sin necesidad de un prime time.

Fragmentación y nuevas rutinas de consumo

La audiencia ya no se mide solo en “vivo”. El sistema Live+7 busca reflejar el consumo diferido, donde el espectador elige cuándo y cómo mirar.

El fenómeno de la fragmentación es clave: aunque existen infinitas opciones, los usuarios se limitan a unas pocas plataformas habituales. En Argentina, la TV sigue liderando con un 85 %, seguida de YouTube (77 %), mientras que Instagram, TikTok y los servicios de streaming completan el mapa.

YouTube, en particular, condensa esta tendencia: la Generación Z combina videos largos, cortos, podcasts y transmisiones en vivo, pero muchas veces los contenidos llegan en forma de clips compartidos en redes sociales. La lógica del fragmento reemplaza al programa completo.

Cultura visual y esfera pública en transformación

Este nuevo escenario confirma lo que Giovanni Sartori anticipaba en Homo Videns: una sociedad que reemplaza lo inteligible por lo visible. Borges, con su metáfora de la Biblioteca de Babel, ya intuía el desafío: en un mar de información, lo difícil no es acceder, sino encontrar sentido.

Habermas advierte sobre la erosión de la esfera pública: sin medios de referencia, la conversación se dispersa en una multiplicidad de voces sin cohesión. Beatriz Sarlo señala que el predominio de relatos breves sobre escándalos y celebridades impide profundizar. Y Barthes, en La muerte del autor, ofrece una clave para leer el presente: los textos —o los contenidos digitales— circulan recombinados, sin centro ni jerarquía, privilegiando lo inmediato sobre lo reflexivo.

Una cultura a un scroll de distancia

El consumo digital se vuelve compulsivo, negociando entre deseo y necesidad. La mirada de los otros está siempre cerca: a un like, a un comentario, a un scroll. En ese terreno se juega la verdadera disputa por la atención.

El desafío, entonces, no es solo producir más contenido, sino comprender los patrones que guían la elección y el comportamiento de las audiencias. Esa es la apuesta de En Directo Stream: aportar datos e inteligencia para pensar con más precisión cómo navegamos —y cómo nos navegan— en la era del consumo fragmentado.