Opinión
lunes, 16 de abril de 2018

Los contratos inteligentes y el software distribuido, más allá del Bitcoin

Por Juan Diego Bonelli, responsable del Laboratorio de Innovación de Blockchain, Belatrix

Juan Diego Bonelli FOTO: Belatrix
Juan Diego Bonelli FOTO: Belatrix

Bitcoin ha marcado el nacimiento de la internet del valor, la contabilidad distribuida, el pago electrónico sin intermediarios. Pero la tecnología que hace posible este sistema de pago global descentralizado llamada Blockchain, también ofrece posibilidades que van más allá de las criptomonedas como Bitcoin, Litecoin, Dash, Monero, etc.

En un contexto más empresarial, este libro contable distribuido que es blockchain puede utilizarse también para registrar tokens que permitan garantizar la identidad digital, rastrear mercaderías, transferir títulos sobre bienes, preservar documentos de manera inalterable, e incluso agregar inteligencia a una transacción cualquiera sea su naturaleza.

Sin embargo, aunque los tokens sobre un blockchain resulten interesantes en sí mismos, la idea general es que estos sistemas deben representar procesos verificables. Una transacción comercial moderna no consiste simplemente en la transferencia de “algo”, sino que previamente se deben satisfacer procesos, realizar verificaciones, constatar balances, etc. Y es ahí donde aparecen los contratos inteligentes (smart contracts) para ayudar con esos procesos.

Para dar una breve definición, los contratos inteligentes son pequeñas piezas de software que se ejecutan en forma autónoma y descentralizada en un blockchain antes que la transacción esté finalizada. Esto significa que el código del contrato es ejecutado en cada nodo de la red blockchain, y en forma independiente todos deben llegar al mismo resultado.

Una característica fundamental de los contratos inteligentes es que además de ejecutar la lógica programada, pueden recibir y almacenar datos, tokens, criptomonedas, o una combinación los anteriores, y luego a partir de las reglas predefinidas decidir autónomamente qué hacer con ellos. Por ejemplo, distribuirlos a otras cuentas, a otros smart contracts, etc.

“Es importante destacar que una vez publicados en el blockchain, los smart contracts no pueden ser modificados y su ejecución es autónoma. Por lo tanto, y a diferencia de los contratos tradicionales, con los smart contracts no hay posibilidad de incumplimiento, censura, fraude, o interferencia de terceras partes”, detalla Juan Diego Bonelli, Responsable del laboratorio de innovación de Blockchain de Belatrix. Y, destaca que “al ser una aplicación de software, tampoco presentan ambigüedades o áreas grises sujetas a interpretación, y su estado de cumplimiento en cada momento puede ser fácilmente verificado. Todo ello agrega una capa de confianza adicional a las transacciones en un blockchain”.

Pero el potencial revolucionario de los contratos inteligentes no se limita a la ejecución automática de transacciones, ni a la representación digital de un contrato, sino que al ser piezas de software flexibles capaces de resolver cualquier problema computacional, hacen posible la construcción de las llamadas dApps, o aplicaciones distribuidas, que son aplicaciones sin un servidor o entidad central de control, y que corren a través de una red de computadoras. Son ellas quienes dan origen a lo que se denomina Blockchain 2.0.

Si bien ya comenzaron a realizarse varios proyectos de desarrollos con objetivos hacia la comercialización sobre estas plataformas distribuidas inteligentes posibilitadas por los smart contracts, lo cierto es que dicha tecnología aún está en sus inicios y en constante evolución.

Aún quedan muchos desafíos por resolver antes que los smart contracts y las dApps puedan ocupar un lugar prominente en la sociedad pero se está trabajando para ello.

Actualmente muchos esfuerzos se están enfocando en la estandarización de tecnologías, su adecuación a los procesos de negocio, en la integración y coordinación de múltiples blockchains dentro de una cadena de valor, creando estándares de auditoría, regulaciones, servicios para facilitar la administración y la seguridad, y sobre todo buscando soluciones a los desafíos de escalabilidad para poder masificar la plataforma.

Pero pese a las dificultades y la inmadurez actual del sistema, el futuro del intercambio de valor descentralizado y las dApps parece inminente. La tecnología blockchain se está popularizando cada día más y algunas consultoras estiman que para el 2022 los smart contracts estarán siendo utilizados por más del 25% de las organizaciones a nivel global.

En Belatrix estamos apostando a estas nuevas tecnologías y por dicho motivo hemos desarrollado un Blockchain Lab, con objetivos de investigación y desarrollo, pero también aportando valor a sus clientes en Latinoamérica y Estados Unidos. La revolución de los smart contracts ya es una realidad.