Opinión
jueves, 03 de diciembre de 2020

“La vocación de ayudar a cuidar la vida del otro”

Por la Dra. Valeria El Haj - Directora Médica Nacional de OSPEDYC / obra social con origen en UTEDYC - Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles

Dra. Valeria El Haj FOTO: WEB
Dra. Valeria El Haj FOTO: WEB

Siempre que me preguntan si ser médica es un trabajo como cualquier otro, yo respondo que no: ser médico implica estar dispuesto a dar siempre un poco más de lo que te piden, con amor y humildad. Además de la capacitación y el aprendizaje continuo para estar “al día” con los avances tecnológicos y científicos, es necesaria la entrega y el compromiso con los pacientes.

De todas las profesiones, la medicina reclama integridad en cuerpo, alma del especialista, y una visión humanista propia del profesional. Esta última se ve reflejada en su labor al momento de atender a una persona, de salvar una vida, de encontrar una cura o ayudar a afrontar alguna enfermedad. La profesión de la medicina fue y es considerada como una práctica que requiere dedicación total; y es por esto mismo que, con el correr de los años, los médicos llegaron a ser una figura de gran importancia a nivel mundial.

En la medicina centrada en el paciente o modelo biopsicosocial, al cual adhiero, no hay enfermedades, sino personas enfermas. Esto implica tener en cuenta la dolencia orgánica, pero también cómo la vive el paciente y cómo afecta tanto a su sistema de valores como a su entorno. Es por ello que los médicos debemos tomar las decisiones junto a los pacientes -que son el centro de nuestra actividad-, y desarrollar al máximo nuestra capacidad de comunicación. Por eso, además de la técnica y del “saber hacer”, es importante que la medicina sea humana, que quienes desarrollemos esta profesión lo hagamos con respeto, dedicación, honestidad y compasión hacia nuestros pacientes. Respetar la vida humana, la dignidad y cuidar la salud de la persona y de la comunidad son los deberes primordiales de un médico.

Este, sin dudas, es un año atípico y difícil para todos y, el hecho de enfrentar una crisis de salud pública sin precedentes, trajo varios desafíos al sector: por un lado, adaptar toda la estructura médica a las nuevas necesidades, lo cual implicó reorganizar las tareas, distribuir el trabajo para el seguimiento eficiente de cada paciente con COVID-19, pero también seguir cuidando la salud de aquellos con otras patologías agudas y crónicas. Por otro lado, el desafío de tener que reinventarnos durante el ASPO para encontrar la manera de estar cerca de nuestros pacientes mediante, por ejemplo, el uso de herramientas de consultas virtuales. Pero ante la masividad de casos, la imposibilidad de mirar y de tocar, el miedo del propio personal médico de enfermarse y contagiar a sus seres queridos, el cansancio, la ausencia de los colegas que fuimos perdiendo en el camino, la desinversión en salud pública de los últimos años y la sensación de soledad, sin dudas, el mayor desafío es seguir sosteniendo la empatía y la humanización del paciente y de la enfermedad, que se pone a prueba en esta nueva realidad.

Por eso, si hoy me preguntan qué es ser médico, puedo decir que, más que una profesión, ser médico es una misión en la vida.